«El testigo falso no quedará sin castigo; el mentiroso tampoco escapará» (Proverbios 19:5 NTV).
Recordemos la fábula de Esopo acerca del pastor falaz.
Acostumbraba un joven pastor a gastar bromas gritando cada dos por tres: «¡Viene el lobo!». Todos acudían en su auxilio, pero en vez de encontrar un lobo, hallaban un pastor tan bromista como bobo. Sucedió un día que el mamífero cánido hizo su aparición y, aunque el pastor gritó y gritó, nadie acudió en su ayuda pensando que se trataría de otra mentira. Ese día quien salió ganando fue el lobo que se atiborró de ovejas.
El embustero daña de tal modo su reputación que, aunque optara por la enmienda, pocos se atreverían a creerle.
En su libro Diccionario de anécdotas, dichos, ilustraciones y refranes, Rubén Gil comparte la siguiente historia: «Sentado en su nueva oficina, un abogado recién licenciado esperaba su primer cliente. Al escuchar que la puerta se abría, rápidamente levantó el teléfono y trató de demostrar que estaba muy ocupado. El visitante pudo escuchar al joven abogado decir: —“Bill, volaré a Nueva York por el tema de los hermanos Mitchell; parece que esto va a ser algo grande. También necesitamos traer a Carl desde Houston sobre el caso Cimmerib. Bill, bueno… debes perdonarme, alguien acaba de llegar”. Colgó el teléfono y dirigiéndose al hombre que acababa de entrar, el abogado dijo con una amplia sonrisa: —“Bien, ¿en qué puedo ayudarle?”. El hombre contestó: —“Buu… No…, la verdad es que soy yo el que debe ayudarle. Estoy aquí solo para conectar la línea de su teléfono”».
Imagina la cara del neófito abogado. El sofoco aguarda a todo aquel que es dado a la mentira y la fanfarronería. Además, deberá contar con una magnífica memoria para recordar cada palabra pronunciada, si no quiere ser pillado en su falacia.
Muchos contemplan la falsedad como un atajo hacia sus propósitos, ignorando que no todos los caminos conducen a la salida correcta. Jesús se presentó como «el camino, y la verdad, y la vida» (Juan 14:6). Resulta inaceptable que un líder cristiano promulgue la verdad y practique la mentira.
Un proverbio judío reza: «Con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver».
Imagen cortesía de Kristina Flour en Unsplash
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