¡La vida no es cuestión de suerte!

Decía Emerson: «Los hombres superficiales creen en la fortuna, creen en las circunstancias. Los fuertes creen en las causas y en los efectos».

Proliferan los clarividentes al mismo ritmo que disminuyen los inteligentes. Pero la vida es una siembra, no una rifa. Cuando dejas de actuar como un ser pensante, te transformas en un ser errante, caminando de un lado a otro como pollo sin cabeza.

Muchos estudiantes no superan los exámenes porque desean probar suerte; otros, por el contrario, tienen éxito porque se presentaron con la intención de aprobar. ¿Eres de los que viven para probar o de los que salen decididos a aprobar? ¿Confías en la suerte o en la estrategia? Como dijera el autor John Maxwell: «Si crees en la suerte, ¡buena suerte!».

Una semilla llamada pensamiento

Una idea es potencialmente buena o peligrosa. El bien o el mal no es otra cosa que el fruto de lo que haces con tus ideas. Tu pensamiento es semilla, ¿qué harás con él?

Cuando actúas movido por un pensamiento, activas la siembra. Actuación igual a activación. Las ideas tienen poder, pues las acciones que las ideas activan acarrean gracia o desgracia. Cuando lanzas una semilla por medio de una acción, pones en marcha una siembra. A partir de ese momento dejas de tener el control sobre los acontecimientos futuros.

Cuando arrojas piedras a un lago se originan ondas concéntricas. Las palabras son como esas piedras: cuando las arrojas comienzan las ondas expansivas. Al producirse una acción se genera una reacción.

Jamás deberías olvidar esta realidad. Antes de proceder, sopesa las consecuencias. En la mayor parte de los casos, somos el origen de nuestros propios dolores.

En su libro Diccionario de anécdotas, dichos, ilustraciones, locuciones y refranes, Rubén Gil narra la historia de un perrito que accedió a la habitación de una casa donde se encontró con mil perritos más, todos sonrientes. Empezó a mover la cola feliz y, sorprendentemente, vio que todos hacían lo mismo. El perrito regresó tiempo después, pero, en esta ocasión, los mil perros, lejos de sonreír, se mostraron amenazadores. Sintiendo miedo, abandonó la habitación decidido a no regresar jamás. Lo que nuestro pequeño can ignoraba es que había entrado en «La casa de los mil espejos».

A veces, las personas que parecen enfadadas o se muestran agresivas están reflejando tu rostro. Si te encuentras con una persona rara, pregúntate si será el reflejo de tu cara.

Tu felicidad dependerá de la atención y cuidado que prestes a tus pensamientos, emociones, gestos, palabras y acciones. Recuerda que la vida es un gran campo donde todos lanzamos nuestras semillas.


Tomado del libro Doce deslices que nos vuelven infelices.


Foto de Dương Trí en Unsplash

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