Sé objetivo
Tal vez te dañaron, pero ¿jamás dañaste a alguien? Sé objetivo, reconoce que tú también has fallado. ¿Cómo puedes exigir perfección siendo imperfecto? ¿Qué tipo de veneno te ha dañado el raciocinio?
El perdón se vuelve imprescindible en una sociedad herida e hiriente. El perdón es pegamento que fusiona, pero el rencor actúa como palanca que divide.
Si te sientes decepcionado con las personas recuerda que la compasión es el viento que derriba el árbol de la decepción. Por tu propio bien y el de otros deberás abandonar cuanto antes el resentimiento.
Analizando la palabra perdón
El perdón proporciona:
- Paz.
- Enfoque.
- Restauración.
- Dadivosidad.
- Oportunidad.
- Normalidad.
Al perdonar alcanzas:
- Paz. Si haces del perdón un estilo de vida, vivirás en paz con el creador divino, contigo mismo y con tu vecino.
- Enfoque. El rencor te desenfoca, pues te lleva a estar más pendiente de tus enemigos que de tus proyectos y caminos.
- Restauración. El perdón restaura relaciones, lo cual contribuye a mejorar tu bienestar.
- Dadivosidad. El perdón no roba, aporta.
- Oportunidad. El perdón te libera de la prisión del desaliento y te permite transitar nuevos caminos con sus correspondientes oportunidades.
- Normalidad. Si te atreves a perdonar experimentarás la normalidad de una vida abundante. La existencia del rencoroso es redundante; la del perdonador apasionante.
Renuncia al rencor
El rencor te dará caza si:
- Te crees más justo que el resto de la humanidad.
- Idealizas a las personas.
- Actúas injustamente. Exigir perdón y no concederlo es una forma de injusticia.
- Manifiestas hipersensibilidad, que no es otra cosa que un elevado grado de arrogancia.
- Te falta el amor genuino que somete al dañino egoísmo.
- Vives más obsesionado en obtener que en aportar.
- Te domina la avaricia. El rencoroso es un avaro, pues acumula argumentos contra otros que no quiere soltar. Renuncia al rencor y disfrutarás la verdadera libertad.
El perdón es la llave que abre la puerta de tu más oscura prisión. El rencor te encarcela, el perdón te libera.
Foto de Brett Jordan en Unsplash
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