«Digan a las naciones de todas partes: “¡Prepárense para la guerra!” Llamen a sus mejores hombres de guerra. Que todos sus combatientes avancen para el ataque. Forjen las rejas de arado y conviértanlas en espadas, y sus herramientas para podar, en lanzas. Entrenen aun a los más débiles para que sean guerreros» (Joel 3:9-10 NTV).

Este pasaje menciona a los «mejores hombres de guerra», pero también a los «más débiles». Todos pueden llegar a ser valientes guerreros. La clave está en la palabra «entrenar». La Biblia TLA (Traducción en Lenguaje Actual) dice así: «¡Conviertan a los más cobardes en hombres de valor!» (Joel 3:10).

Todos pueden convertirse en valientes guerreros si existe un buen entrenador, un buen entrenamiento y la guía del Espíritu Santo, el transformador de debilidades en fortalezas. Si eres un líder condescendiente con los de poco ánimo no lograrás hacerlos avanzar y crecer. Si albergas la idea de que ciertas personas nunca cambiarán porque son débiles, el resultado será que nunca cambiarán ¡porque tu fe es débil! Tu fe es determinante para crear un ejército determinante.

La Biblia muestra numerosos ejemplos de personas que, aunque se subestimaron, fueron incluidas en los planes de Dios para realizar sonoras proezas. En 1 Samuel 22:1-2 RVR1995 vemos qué clase de individuos se unieron al fugitivo David: afligidos, endeudados y amargados. En ese momento David precisaba gente animada, no amargada, pero él fue un hombre poco convencional que transformó aquel grupo de indigentes en un ejército de valientes.

Un líder con un espíritu similar al de David no se queja por las personas que se le arriman, antes bien, al ser visionario y creyente, entrena a su gente hasta convertirla en valientes y leales guerreros. Quien perciba a los demás como pobres, pobres tendrá. Pero quien visualice su potencial, los entrenará y guiará hasta que ellos mismos se asombren de lo que pueden llegar a hacer con Dios y para Dios.

David sembró valor (valía) y cosechó valor (valentía). No admitas que el desánimo y las excusas sin fundamento se instalen en el pueblo. Con la disposición adecuada y el entrenamiento correcto, serán pocos los que permanezcan acurrucados en la debilidad.

Si tras poner toda tu fe y empeño encuentras algún rezagado que no esté dispuesto a pagar el precio de ser entrenado, quedarás exonerado de toda culpa. El enamorado de la mediocridad nunca apreciará la mejor universidad, pero al menos tú habrás hecho tu parte. No obstante, nunca dejes de creer que las personas pueden llegar a cambiar. Dios nunca dejará de sorprenderte. Cree en Dios y en su poder restaurador.

Charles Handy, experto en management estadounidense, afirmó: «Cuando acabaron sus estudios les dije a mis hijos que lo que debían hacer era buscar clientes y no jefes».

Sé valiente y espera lo mejor de tu gente.


Foto de Markus Spiske en Unsplash


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