«Salomón decidió construir un templo para honrar el nombre del Señor…» (2 Crónicas 2:1). «Así terminó Salomón todo su trabajo para el templo del Señor» (2 Crónicas 5:1).

Una cosa es que Salomón concluyera el trabajo y otra bien distinta es que él solo realizara el trabajo. Como sucediera con el rey, muchos líderes son enviados hoy a levantar buenas obras, pero para tan noble tarea precisará la intervención divina ¡y la ayuda humana!

Decía el empresario estadounidense Andrew Carnegie: «Uno de los secretos del éxito empresarial consiste en no hacer uno mismo el trabajo, sino en reconocer al hombre apropiado para hacerlo». Necesitado de recursos materiales, Salomón acudió al rey Hiram de Tiro (2 Crónicas 2:1-10). Pedir ayuda no es síntoma de debilidad, sino de sabiduría o necesidad, y, en esos momentos, Salomón poseía ambas a raudales (sabiduría y necesidad). El líder inteligente sabe qué va a construir, con qué lo va a construir, cómo lo va a construir y con ayuda de quién lo va a construir. Nota el «pedido» de Salomón a Hiram:

  • Troncos de cedro, de ciprés y de sándalo rojo.
  • Un maestro artesano que pueda trabajar el oro, la plata, el bronce y el hierro, así como las telas de púrpura, escarlata y azul… un experto grabador que pueda trabajar con los artesanos de Judá y de Jerusalén.
  • Una enorme cantidad de madera.

Acabarás exhausto si no delegas tareas o te niegas a pedir ayuda a las personas correctas en el momento oportuno. Tal vez dudes de la capacidad de tu gente, pero, aunque así fuera respecto a ciertas labores complejas y que requieran una cierta especialización, encontrarás a tu alrededor personas dispuestas a apoyarte con su fuerza, su conocimiento, sus recursos o sus valiosos consejos.

Salomón supo ver las habilidades en otros. «Envíame también del Líbano troncos de cedro, de ciprés y de sándalo rojo, porque sé que no hay nadie que se compare con tus hombres para cortar madera del Líbano. Yo enviaré a mis hombres para ayudarlos» (2 Crónicas 2:8 NTV).

No intentes hacer tú solo todo el trabajo. Aprende de la Trinidad, un equipo donde cada miembro ejecuta fiel y eficazmente su labor. Imita su ejemplo y hallarás descanso. Aprende a desarrollar el sentido de familia y de equipo como parte de tu liderazgo; solo así se dirá de ti lo que de Salomón se escribió: «¡Terminó su trabajo!». Lo peor que te puede ocurrir es que se te compare con aquel que, no logrando concluir su proyecto, se convirtió en el hazmerreír de todos: «¡Ahí está el que comenzó un edificio y no pudo terminarlo!» (Lucas 14:30 NTV).

El cúmulo de pequeñas actividades puede ser más extenuante que la realización de las grandes tareas. Apóyate, pues, en la gente que Dios colocó a tu lado.  A veces puede resultar temerario trabajar en solitario. Quien pide ayuda no es débil, sino hábil.


Imagen cortesía de Everton Vila en Unsplash


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