Antes de abordar este tema dedica tiempo para leer en tu Biblia la historia de Jesús y Pilato. Hazlo bajo la lupa de los cuatro evangelistas y enriquecerás tu perspectiva. Aquí tienes las referencias: Mateo 27:1-31, Marcos 15:1-20, Lucas 23:1-25, Juan 18:28-40 y 19:1-16.

Pilato no halló delito alguno en Jesús; el único delito lo constituyó su propia ambigüedad, su escasa valentía para dejar en libertad al inocente Jesús ante la presión de sus acusadores. Esa vacilación entre dos pensamientos con el fin de conservar su posición no resultaría demasiado útil, porque la mentira acabaría imponiéndose a la verdad. La cobardía a la hora de tomar decisiones resulta dañina.

Se precisa valor:

  • para despedir a una persona incorrecta,
  • para ponerse del lado de la verdad,
  • para descartar la mentira,
  • para actuar con justicia, pese a lo impopular de la decisión que se deba tomar,
  • para tomar el lado de Dios, cuando las mayorías nos presionan para que no lo hagamos,
  • para ser original y no mera copia,
  • para nadar contracorriente.

La tibieza en la Biblia no está bien considerada (Apocalipsis 3:16), y la escasez de resolución y determinación nos creará más de un conflicto.

Los enemigos de Jesús acudieron a Pilato sabiendo que no tenían potestad para ejecutarlo (Juan 18:28-31). Era Roma quien podía acusar, juzgar, condenar y ejecutar. Mintieron procurando hallar un argumento que el imperio validara para condenar a Jesús, aunque sin lograrlo.

Pese a que Pilato debió mostrarse valiente y soltar a Jesús, la perniciosa y común inclinación a quedar bien lo llevó a proponerles soltar un preso, sin imaginar que solicitarían la libertad de Barrabás, condenado por sedición y homicidio (Lucas 23:19). De hecho, algunos comentaristas afirman que Jesús fue crucificado en la cruz que estaba destinada a Barrabás.

Cuánto puede sufrir la verdad ante el verdugo de la ambigüedad

Ambigüedad es ausencia de claridad, definición y determinación. Es como dar rodeos, jugar con el doble sentido de las palabras. La ambigüedad representa un serio problema para las relaciones.

No podemos agradar a todos. Hemos de aliarnos con la justicia y la verdad, valores del cielo y railes por los que avanzar hacia el éxito. La ambigüedad es comparable al obstáculo en la vía que hará descarrilar el tren. No cometamos el error de Pilato. Lavarse las manos no eliminará la suciedad del alma.

¿Te has mostrado ambiguo en el trato con tus semejantes? ¿Has dañado a alguien con ello? Tal vez te hiciste daño a ti mismo. Sé valiente, pues no existen mejores almohadas que una correcta relación con Dios, una conciencia tranquila y un corazón satisfecho. La Biblia enseña que «perdonar al culpable y condenar al inocente son dos cosas que no soporta el Señor» (Proverbios 17:15 DHH).

La falta de coraje al tomar decisiones nos lleva a cometer muchas equivocaciones

Juan 19:7-8 revela el creciente miedo de Pilato. En Juan 19:12 descubrimos que fue una marioneta en manos de los malvados enemigos de Jesús. Todos los seres humanos alojamos en nuestro interior a dos consejeros: el bien y el mal, manifestados en el amor y el temor, la verdad y la mentira. Aunque Dios envía sus mensajes a través de ángeles y humanos para orientarnos hacia el camino recto, somos nosotros quienes determinamos el rumbo a seguir y con ello el destino final. Cada uno decide aceptar o rechazar a Jesús y sus enseñanzas.

Pilato planteó las preguntas incorrectas a la gente incorrecta. «¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?». «¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos?». Menuda forma de eludir sus responsabilidades.

Nunca preguntes a un lobo qué hacer con una oveja

En ocasiones, cometemos el error de no hacernos preguntas (a nosotros mismos). Otro disparate aún más nefasto es depositar nuestro destino en manos ajenas y evitar tomar las decisiones oportunas que caracterizan al adulto maduro.

Pilato condenó a Jesús a sabiendas de «que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes» (Marcos 15:10 RVR1960). Saber que algo está mal y condescender con ello es abominación a los ojos de Dios. Comparar a Jesús con Barrabás no tenía ningún tipo de justificación.

Cuando Pilato instó a presentar las razones de su requerimiento, la alocada turba no pudo más que gritar. No existía ni una sola prueba consistente contra Jesús, pero el vacilante Pilato se derrumbó ante la creciente presión popular. «Mas ellos instaban a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los principales sacerdotes prevalecieron. Entonces Pilato sentenció que se hiciese lo que ellos pedían» (Lucas 23:23-24 RVR1960).

Cuántas lecciones extraemos de esta historia:

  • La importancia de abandonar toda ambigüedad para abrazar la valentía.
  • No dejarse llevar por las mayorías, pues no siempre poseen la razón.
  • Quien más alto eleva la voz no siempre acierta. Millones de espectadores gritan ¡gol! para caer en la cuenta, segundos después, de su error de perspectiva. Parecía gol, pero el balón no atravesó la portería. El acaloramiento que produce el intenso deseo podría cegarnos.
  • Existe el peligro de ignorar el mensaje que emiten aquellos que, como Cristo, permanecen callados. El silencio también habla, pero el miedo hace que prestemos más atención a los violentos que a los mansos; a los que gritan que a los que suspiran.

Pilato quiso complacer a la multitud. ¡Qué error! Con tal de conservar su estatus muchos acaban traicionando la verdad y la inocencia. Jesús fue entregado en manos de unos soldados romanos despiadados que aplicaban todo tipo de torturas a sus víctimas (ver Marcos 14:17-19).

La Rosa de Saron, como algunos eruditos se refieren a Jesús, acabaría coronada de espinas. Nos queda el consuelo de saber que su fragancia se extendió por las naciones a través de sus discípulos. «Pero ¡gracias a Dios que siempre nos lleva en el desfile victorioso de Cristo! y dondequiera que vamos nos usa para hablar a otros y para esparcir el evangelio como perfume fragante» (2 Corintios 2:14 NBV).

Si no actuamos con valentía en el seno de nuestras relaciones humanas acabaremos entregando a los verdugos a quienes más nos aman y no han cometido falta alguna. El mundo está lleno de Pilatos cobardes y de inocentes que acabaron crucificados en maderos reservados a los homicidas.

Si aun mantienes encerrado a algún justo, libéralo enseguida. No cedas ante los gritos de la gente, porque no siempre en la multitud se manifiesta la virtud. No te dejes manipular ni admitas la injusticia para conservar tu cómoda posición.

Martin Luther King expresó: «Llega un momento en que uno debe tomar una posición que no es segura ni política ni popular. Pero uno debe tomarla porque es la correcta».


Tomado del libro Jesús y las relaciones humanas, de Miguel Ángel Acebal.


Foto de eskay lim en Unsplash


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